Derrumbe del monumento de Sebastián de Belalcázar revivió un debate ancestral

@esferapublica
5 min readApr 28, 2021

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Mientras medios como Semana, Caracol y RCN tienden a desvirtuar las movilizaciones del paro y acciones como las del Pueblo Misak contra el monumento a Belalcázar, otros medios como Cali 24 Horas y El Espectador ofrecen análisis e información con un enfoque distinto. Compartimos esta nota del diario caleño que contrasta abiertamente con los titulares de los medios mencionados que recurren al titular de cajón “La protesta se vio opacada por actos vandálicos”.

Tras permanecer 84 años en pie la estatua de Sebastián de Belalcázar fue derribada hoy sobre las 7:00 de la mañana por el Movimiento de Autoridades Indígenas de Sur Occidente, Aiso. Amarrado por el cuello con dos sogas que jalaban varios indígenas, el monumento cedió en menos de 10 segundos y quedó recostado sobre su pedestal.

La imagen del conquistador español caído pronto se convirtió en la estampa con que los medios de comunicación reseñaron el comienzo de la jornada de paro nacional en Colombia y se volvió viral por las redes sociales.

Ante los hechos Carlos Rojas, secretario de Seguridad y Justicia, explicó que “la estatua estaba siendo custodiada por unos agentes de la Policía, llega un grupo de personas que la derriba, se pide apoyo policial y hemos solicitado a la Alcaldía, a través de las Secretarías correspondientes, que adelante el proceso de restauración de manera inmediata”. Sobre la judicialización de los responsables, Rojas indicó que esperarían el transcurso de la mañana para recoger la información.

Sobre las 8:30 de la mañana un equipo de la Alcaldía conformado por las Secretarías de Gestión del Riesgo y Seguridad y Justicia, junto con personal de los Bomberos de Cali, inspeccionaron el monumento para iniciar las labores de restauración.

Carlos Martínez, secretario de Turismo, informó que “el problema no es la estatua, esta se reparará y haremos uso del seguro para instalarla de nuevo; sectores que han sido excluidos o no tienen referentes o íconos, tendrán unas nuevas expresiones en las cuales se sientan representados, este es un proceso que adelantaremos como Alcaldía de Cali, pero invitamos toda la ciudadanía al respeto y cuidado del espacio público, tenemos más de 40 monumentos en nuestra ciudad”.

La situación en los alrededores del monumento se tornó tensa sobre las 9 de la mañana cuando llegó la minga indígena conformada por unas 3000 personas. Y aunque al lugar se desplazó Danis Rentería, secretario de Paz de Cali, junto a su equipo de Derechos Humanos, hubo enfrentamientos entre los miembros del escuadrón antidisturbios de la Policía, Esmad, y los manifestantes, que fueron dispersados a punta de gases lacrimógenos. La minga indígena se desplazó hacia la Univalle donde la Alcaldía instalará una mesa de diálogo.

Razones indígenas

Edgar Velasco Tumía, secretario de Aiso, explicó porqué derribaron la esfinge: “En el marco de la reivindicación de la memoria histórica territorial del pueblo Misak en el valle de Puben, tumbamos a Sebastián de Belalcázar en memoria de nuestro cacique Petecuy quien fue asesinado por la corona española a manos de este genocida”.

El representante de esta organización indígena, con presencia en 8 departamentos del país, señaló que es un acto simbólico en apoyo al paro nacional. “Convocamos la minga nacional para construir un poder colectivo y popular que nos permita gobernar desde los pueblos, porque hasta ahora el 1 % de este país nos lleva gobernando por más de 200 años, y no podemos permitir que este reducido grupo nos siga robando a través de la reforma tributaria, comprando aviones y tanques de guerra, despojando tierras, asesinando líderes sociales, 900 desde 2016; Colombia ya no aguanta más “.

Velasco indicó que el derribo de la estatua tiene su origen en un juicio que su comunidad le hizo a Sebastián de Belalcázar el 16 de septiembre de 2020. “Lo acusamos por crímenes como genocidio, un delito internacional, acaparamiento de tierras, violación masiva a mujeres cuando atravesó con su ejército desde Quito a Cartago, pasando por Popayán y Cali”.

Según el líder indígena, el objetivo de la acción es llamar la atención sobre la necesidad de cambiar la narrativa en Colombia. “La transición hacia la paz pasa por poner símbolos que representen la realidad de los pueblos indígenas, campesinos y de los sectores populares.

Esta estatua no representaba a todos los caleños sino a un puñado de personas que han tenido el poder en el municipio. Sabemos que muchos caleños también querían tumbarla y lo intentaron hace poco, pero no pudieron. Los símbolos que nos han impuesto en los parques y el espacio público del país le hacen apología a la violencia y creemos que es el momento de poner unos nuevos que nos reconcilien a todos los actores sociales y políticos”.

Debate de fondo

Más allá de la reacción de las autoridades ante el derribo de la estatua y las razones de los indígenas, los caleños se manifestaron por redes sociales, algunos criticaron la acción y otros estuvieron a favor. Tal vez quien mejor sintetizó el rechazo fue Alejandro Eder, excandidato a la Alcaldía, quien escribió en su Twitter: “ ¡Que paren la estatua de Sebastián de Belalcázar hoy mismo! No más espacio a los vándalos. Las autoridades deben capturar y judicializar a los responsables inmediatamente para no perder el control de la ciudad. ¡Cualquier caleño de verdad debe sentir indignación en este momento!”.

Otro que se pronunció fue el concejal Fernando Tamayo, “es atroz que 30 personas ni siquiera son de Cali, nos intente imponer su visión de la realidad, aprovechen un paro justificado e intenten destruir un sitio emblemático como es la estatua de Belalcázar. Una cosa es la indignación y otra el vandalismo”. Pese a la vehemencia de sus declaraciones, no hay consenso en la ciudad sobre el rechazo al acto simbólico de los indígenas y la validez de sus motivaciones.

La historiadora Nancy Motta de la Universidad del Valle plantea que el monumento debe ser resignificado: “esta esfinge ha representado encubrimiento, silencio, pero sobre todo complicidad impar para la utopía del olvido. Desde hace casi un siglo este lugar nos recuerda al fundador de múltiples localidades del sur de Colombia, pero negando y haciendo invisible el saqueo cultural, el etnocidio y el genocidio efectuado en estos territorios.

En este nuevo siglo y ante la coyuntura de generar conciencia sobre el oprobio, racismo, discriminación, homofobia y la negación de la diversidad socio cultural que nos signa, se necesita ‘derrumbar’ las categorías, conceptos y símbolos que homogenizan la cultura impuesta y la hacen pasar como una verdad absoluta, cuando en realidad es una historia socialmente construida”.

Motta señala que “ si vemos la historia como una serie de narrativas, Cali y Colombia necesitan una nueva donde tenga cabida el derecho a la lucha por la diferencia e incluya las identidades que por más de 500 años han forjado los grupos indígenas, afros y mestizos que habitan este territorio. La memoria como lugar de resistencia es central pues el proceso de recordar ayuda a entender y cambiar el presente y a situarlo en una nueva relación con el pasado, abriendo caminos para la nueva sociedad del siglo 21: incluyente, heterogénea, étnica y culturalmente diversa”.

Originally published at https://www.cali24horas.com on April 28, 2021.

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